Mi compañera Securata

Relatos sobre experiencias (vividas, soñadas, deseadas...) de bdsm

Mi compañera Securata

Notapor Ballgagtenerife » Mar Ene 29, 2013 4:40 pm

MI COMPAÑERA SECURATA

Stephan un fibrado nadador de pelo negro ondulado y marcados pómulos pasaba su enésima noche en la aburrida nave industrial del Polígono de Barreiros. Necesitaba algo de acción y no ese lúgrube depósito en el que nunca sucedía nada. Desde aquel servicio en la Facultad de Químicas no había tenido un trabajo tan aburrido.
La suerte cambio ese día cuando llego un mail a su cuenta de correo con el siguiente mensaje: “En el servicio de mañana, se incorporará una nueva compañera vigilante y recibirá un nuevo uniforme. El motivo se debe a la nueva política de la empresa para mejorar las condiciones laborales y de seguridad del trabajador. Un cordial saludo. El Gerente”.
Al día siguiente tras el cambio de turno en torno a las 22:00 horas Stephan comenzó a impacientarse, quería comprobar de una vez por todas esas novedades. No tardo en llegar la “nueva política de la empresa”. A las 22:05 horas cuando ya no quedaba nadie en la nave sonó el telefonillo de la entrada. Stephan contesto y abrió la puerta a su nueva compañera. Dos minutos después ELLA entro en la sala de monitores. Su nueva compañera se llamaba María, 1,75, delgada y rubia con el pelo muy corto. Después de presentarse le entrego el nuevo uniforme, pasando ambos al baño anexos para cambiarse.


Al salir del vestuario Stephan pudo apreciar su nuevo y morboso uniforme (no sólo en su propio cuerpo si no en el de María). Este consistía en pantalón de cuero negro, cazadora de cuero también negra, guantes y botas de caña (como las de la Guardia Civil) en cuero negros. Una chica imponente embutida en cuero nublo el sentido para el resto de la noche a Stephan. Así, embutidos en cuero negro y con el penetrante olor de éste comenzó la ronda de noche. La madrugada cansaba y María decidió traer algo de café de maquina para animar la noche. Unos instantes después, mientras Stephan miraba por los ventanales que dan a la fábrica sintió como una mano enguantada con un pañuelo presionaba desde atrás su boca y nariz, al tiempo que la otra anulaba su brazo derecho. Intento resistirse, pero fue empujado desde atrás a la pared mientras el pañuelo hacia su labor en la cara. Poco a poco fue desvaneciéndose entre la pared y el misterioso personaje. Finalmente se deslizó hasta el suelo sintiendo el peso de un extraño individuo sobre su cuerpo y embargado de olor a cuero y cloroformo.

Al despertar, Stephan estaba apoyado a la pared. Sus manos atadas a la espalda y sus tobillos unidos con bridas. En su boca noto una bola de plástico, sin duda una “ball gag”, unida a su correspondiente correa que se cerraba en su nuca. Una abundante y espesa baba caía desde su boca a la bola y desde esta a la cazadora de cuero. Cuanto más intentaba reprimir sus babas más caían. A esta sensación se unía el excitante ruido que emitía su boca por su mala respiración (una mezcla de respiración y diálogo, parecido al leve gruñido de un cerdo). En ese momento entro María en la oficina reluciendo su traje de cuero negro y su pelo engominado peinado hacia detrás, totalmente liso y fijado, se colocó una mascara de cuero negro con hebillas metálicas cerrandolas en su cuello y ajustando la máscara perfectamente a su cabeza. Stephan comenzó a agitarse. La securata se le acerco, se arrodilló y hablando cerca de su oreja (sólo sus labios rojos lucían de la encuerada máscara) acarició su patilla y recortes de la nuca, con su mano enguantada de cuero y le confirmo lo que se imaginaba. Iba a comenzar una noche cañera para ellos dos solos. Stephan intento hablar pero solo consiguió que sus babas salpicaran la cazadora de cuero de su compañera. Era todo un espectáculo erótico ver las burbujitas de baba en los labios, comisuras y la bola roja que tenia en la boca. María se inclino sobre el y alargó su mano izquierda enguantada hasta su nuca acercándolo hacia él. Comenzó a morrearle aunque no le había quitado aun la mordaza. Chupaba con su lengua la bola y los pequeños orificios disponibles de su boca regando tan suculento plato con una buena reserva de babas.
Stephan se resistía y su captora lo acercaba más a su cuerpo embutido en cuero. El olor y el sonido del cuero al rozar uno con otra y ser estirado, producían tal ambiente de excitación que el pene de Stephan comenzó a crecer dentro de su pantalón de cuero ajustado, (mientras no entendía lo que le sucedía). María respiraba cerca de su cuello, chupaba su nuca y sus perfilados recortes que la estaban poniendo a tope. La mezcla del olor a cuero, gomina y colonia del retenido desataron todos sus instintos a la misma vez.
Stephan comenzó a disfrutar de la situación y dejaba que María le sobara a gusto en el suelo. Pero no pensó en que desembocaría esta morbosa situación. La vigilante levanto a Stephan por las axilas y lo arrastro hasta una mesa que había en el centro de la habitación. Una vez allí, desató las bridas de sus tobillos y abrió sus piernas atando una a cada pata del frente de la mesa con nuevos latiguillos. Esto alerto a Stephan que intentó resistirse. Intento farfullar algo y solo consiguió aumentar el ya de por si abundante fluido de babas. Estas caían con verdadera abundancia desde su mentón hasta el suelo pasando antes por la mordaza de bola roja. Esta cantidad de fluidos excitaba sobremanera a María que comenzó a desabrochar el cinturón de Stephan al tiempo que le bajaba sus pantalones hasta las rodillas. Con su mano izquierda presionaba la espalda del retenido contra la mesa, al tiempo que este intentaba sacudirse y gritar (grito aminorado por la mordaza que solo consiguió producir un erótico ruido indescifrable y un aumento en el fluir de saliva).
Se acercó a él y soltando su mordaza que dejó colgada a cu cuello, le introdujo el dildo para que chupara su portentoso miembro. Tras varios minutos follando literalmente su boca lo volvió a amordazar bajo la mirada incredula del securita que no daba explicación a lo sucedido.

María se colocó un condón en su dildo erecto y con su guante recogía la abundante saliva que emitía la boca de Stephan para lubricar su dildo de 23 centímetros. Este seguía resistiéndose y emitiendo ruidos mientras María presionaba con su mano su cuello hacia la mesa orientando el cuerpo en una perfecta posición de noventa grados. María remató la escena presionando aun más su cuerpo contra la mesa y gritando a su oído un: “Cállate Cabrón”. De repente Stephan sintió que algo rozaba su ano. Era una mezcla de plástico engrasado y carne semirígida. Su reacción fue mas violenta que las anteriores pero no consiguió desembarazarse de la mitad de la polla que María había introducido en su ano. Una sensación de dolor y placer le invadía, notaba su recto ocupado (al igual que cuando tenía estreñimiento y al terminar de defecar sentía un alivio sin nombre). Eso mismo sintió en el momento en que su violadora saco el pene. No pudo imaginar que la siguiente embestida seria más brutal y culminaría con la totalidad del miembro dentro de su esfínter. Una vez acomodado en sus vísceras el nuevo apéndice, María lo metía y sacaba con orden germánico. Los gritos amordazados de Stephan proseguían al tiempo que se mezclaban con cierto placer y lágrimas. María lo cabalgaba con dominio de la situación, mientras a el se desencajaban sus facciones. Las ultimas sacudidas culminaron con unos mayúsculos gritos amordazados. Mientras lo retiraba acercó su boca al masculino cuello de Stephan, lo beso y mordió aunque en este instante nuestro protagonista había dejado de resistirse y gritar. Únicamente respiraba con agitación.

María desato las piernas de Stephan y lo recostó en el suelo, atando de nuevo sus tobillos con otra brida. Al concluir la maniobra observó como la chaqueta de Stephan estaba manchada con su semen, lo imaginaba también le iba el bondage y las experinecias anales (aunque se resistiera). El ruido y el olor a cuero ambientaban la escena. Salio abrió la puerta de entrada y regreso arrastrando por las axilas el cuerpo inmóvil de otro securata inconsciente, atado y amordazado. Stephen entendió lo sucedido (ese era su verdadero nuevo compañero e imaginaba lo sucedido esa noche de bridas, mordaza y cloroformo). Tras depositarlo en el suelo, la secuestradora se acercó al mostrador de monitores y cogio un pañuelo y una pequeña botella, vertió parte del contenido y se acercó a Stephan que imaginaba lo que contenía aquella botella y comenzó a resistirse. La intrusa se colocó detrás de él y mientras rodeaba con el brazo su torso encuerado, aplicaba nuevamente el pañuelo a su nariz. Sólo repitió una frase: - Vamos respira un poco más cabrón, casi está. Tras varios segundos de resistencia e intensos: UMMMPPFF, Stephan cayó entre sus brazos dormido. María se retiró la mascara de cuero negro y se la colocó a Stephan cerrando sus cremalleras y hebillas. Se levantó y dio tres fuertes palmadas de ánimo en la cabeza embutida por la mascara. Un eco seco y
fuerte sonó en la sala al contacto del cuero de la mascara y el cuero del guante. Sonrió de placer ante tal sonido. Abrió la caja e introdujo la recaudación en su mochila, salio de la sala y miro desde la entrada por última vez los cuerpos atados y amordazados. Comenzaban a despertar y emitian sonidos amordazados e ininteligibles.
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Ballgagtenerife
 
Rol: Switch
Sexo: Hombre

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