Mi primer relato, espero que les guste:
Es la primera vez que estoy a solas con la Señora y como siempre, estoy un poco nervioso y excitado por lo que va a pasar durante la noche.
Como de costumbre me manda a ayudarla a cargar sus “juguetes”, quitarme toda la ropa y ponerme un collar de sesión, muñequeras y tobilleras. Ya estoy de rodillas ante Ella preparado para lo que ordene, se acerca a mi y me venda los ojos. Engancha las muñequeras a otra cadena que cuelga del techo, por encima de mi cabeza y me hace una pregunta:
- ¿Estas cómodo así?
- Si, mi Señora
Entonces tensa un poco la cadena y me ordena a mantener las manos abiertas y separadas:
- ¿Y ahora?
- Ahora esta postura es un poco incomoda, mi Señora.
Oigo que se acerca a la mesa y coge algo, se coloca detrás de mi y siento como me golpean muchas tiras finas en la espalda, por los costados, en el culo, los muslos... Lo siguiente que oigo es como cambia de instrumento, cuando lo mueve se oye como corta el aire con un movimiento rápido y cuando me golpea con él siento como una pequeña superficie se clava en mi piel una y otra vez, a veces distribuyendo el dolor por diferentes zonas, otras veces concentrando todos los impactos en el mismo punto. Me deja coger aire y vuelve a cambiar de juguete. Esta vez es algo muy diferente. Me lo acerca y siento el calor de una pequeña llama, se pone detrás de mi y un líquido muy caliente empieza a gotear y quemarme la espalda, cada vez cae mas caliente y al enfriarse se pega a la piel. Hasta aquí todo han sido prácticas que ya conocía pero lo siguiente que la Señora me tiene preparado es nuevo y totalmente inesperado por mi. Oigo como va a otra habitación y coge algo que hace un sonido hueco y metálico, se acerca y empieza a pasarme ese frío instrumento por el torso, helándome y haciéndome retorcerme.
- ¿Por que te ríes? ¿tanto te gusta?
- Es que me está haciendo cosquillas con ese tubo, mi Señora.
- Entonces tienes cosquillas...
De entre todas las torturas y tormentos posibles habidos y por haber puedo afirmar sin temor a equivocarme que lo mas insoportable son las cosquillas, juego con el que la Señora se estuvo divirtiendo durante un largo rato. Aun así, durante todo este desesperante episodio oigo algo que me compensa este rato de sufrimiento, la risa de mi Señora. Pero no una risa sádica, es una forma de reír agradable y divertida, como la de una niña que juega con un gatito. Esta es mi recompensa y el mejor regalo que me podía hacer, el saber que usándome disfruta y se divierte.
Lo siguiente que la Señora decide es coger un puñado de pinzas e ir colocándomelas por el pecho una a una, despacio y sin prisa. Después coge la fusta y empieza a tocarlas, cada vez que las toca duele pero aguanto y sigo manteniendo la postura que Ella me ordenó. Sigue jugando con la fusta, esta vez sobre mis nalgas y da con mas dureza que antes, como siga así me va a hacer gritar. Otra ronda de fusta, otra vez mas dura, me arranca un grito de dolor tras otro pero finalmente para.
Entonces me suelta las manos, me manda a ponerme a cuatro patas y me da otra orden:
- Te voy a quitar la venda de los ojos pero no quiero que levantes la cabeza.
- Si, mi Señora.
Lo primero que veo al abrir los ojos son Sus botas negras justo delante de mí y me dice:
- ¿Te gustan? Bésalas.
Y sin pensármelo me lanzo a besar sus botas pero entonces la Señora empieza a andar y tengo que ir detrás de Ella a cuatro patas para poder llegar a Sus pies. Me duelen las rodillas pero quiero cumplir Sus ordenes, así que continuo detrás de Ella y ocasionalmente consigo llegar a sus pies. Decide cambiar de juego y me dice:
- No te muevas.
Me congelo. La Señora coge un flogguer y me acaricia con él, esta sensación es muy agradable y relajante, parece que quiere darme un poco de tranquilidad para prepararme para lo que está por venir... Me venda los ojos otra vez, me pone un bocado de caballo, coge una vela y empiezo a sentir como la cera caliente cae sobre mi espalda, quemándome. Pasa un rato jugando y cuando mas cera fundida tengo sobre la espalda, coge un tubo de metal y lo usa para extenderla, como el que unta mantequilla fría sobre pan caliente.
Me vuelve a mandar a ponerme de rodillas, coge un tubo largo, lo coloca sobre mis hombros, por detrás de la cabeza y lo usa para atarme las muñecas a él. Ahora tengo los brazos inmovilizados, estoy en una posición que me mantiene el cuerpo tenso y con muy poca libertad de movimiento. Coge otro de esos tubos de frío metal y me lo pasa por el pecho, la espalda, los costados... a la Señora parece que le gusta hacerme sufrir con el frío, es una sensación que odio. Lo siguiente que se le ocurre es colocar un puñado de cadenas debajo de mis rodillas, que se me clavan, esto hace la postura en la que estoy muy incómoda. Ahora oigo como abre el congelador, saca algo de una bolsa de plástico y se acerca. Las cadenas empiezan a doler. Oigo como se frota las manos con lo que sacó del congelador y de repente me las pone en el pecho ¡están heladas! Mientras, las cadenas que tengo bajo las rodillas se siguen clavando y duelen bastante. La Señora me mete en la boca el trozo de hielo que usó para enfriarse las manos y mientras se deshace me va dando otra ducha de cera. Las cadenas duelen y esto empieza a ser insoportable. Sin esperármelo siento como me cae encima un pequeño chorro de agua pero ya no distingo si está fría o si quema, tantos juegos con calor y frío me tienen los sentidos desorientados y las cadenas que tengo bajo las rodillas duelen tanto que casi no puedo mantener la postura. Estoy temblando como un flan y la Señora simplemente me observa sin decirme ni hacerme nada, seguro que sonríe mientras me ve sufrir. Finalmente me libera de esa incomoda y dolorosa postura, me quita las cadenas, me sube un poco la venda que tenia en los ojos, me deja descansar y da nuevas órdenes:
- Quiero que me des un masaje.
- Si, mi Señora.
Con mucho gusto empiezo a masajear Su cuello y Sus hombros. Al rato me manda a masajear Sus pies; pequeños, suaves y muy bien cuidados. Me da la última orden que me habría imaginado:
- Intenta hacerme cosquillas en los pies.
Lo intento pero ni se inmuta ¡no tiene! Si a mi me hacen eso creo que me da un ataque ahí mismo. Me da otra orden:
- Lámelos.
Empiezo a lamerlos y cuando estoy cogiéndole el gusto vuelve a darme otra orden mas:
- Trae un barreño con agua caliente, jabón, una toalla y lávame los pies.
Voy corriendo a por lo que me mandó, lo traigo y se los lavo cuidadosamente. Cuando termino me da la última orden:
- Vístete y recógelo todo.