Primer amor, últimos ritos (I)

[rosova]

Las dos y cincuenta de la tarde. Ya sólo me separaban diez minutos de mi ansiada libertad. Mi compañera de trabajo tenía cita con un masajista esa tarde. Un masaje sería perfecto para terminar el día, pensé. Además me lo merezco, me decía mientras buscaba en Internet salones de estética. Pero lo que vi me atrajo más que los masajes convencionales. Era sexo con un desconocido. Un anuncio online rezaba: “Busco chica delgada, con pecho pequeño y cara aniñada. Pago bien”. Sonaba tan excitante que retumbaba en mis oídos una y otra vez. Llamé al anunciante desde mi despacho y con la voz muy bajita le dije: “creo que soy lo que buscas”. Tras lo cual, él empezó a hablar muy alto diciéndome que a él le gustaba el sexo muy fuerte, que era muy cerdo, que el era diferente. ¿Cuánto?, pregunté. La cantidad me pareció suficiente así que tal y como me dijo llegué a su casa a las 5 en punto no sin una sensación entre miedo y excitación que a veces me hacía sonreír y a veces desear huir. Me abrió la puerta un hombre que superaba los 45 años de edad, tenía el pelo largo a la altura de los hombros, unos ojos desorbitados, una sonrisa diabólica y unos dientes amarillos nicotinados. Quise huir pero él ya me estaba tomando de la mano con esa endiablada sonrisa y conduciéndome a una salita. Me dejé llevar casi sin darme cuenta, como drogada, como extasiada. Me senté en el sofá y el hizo lo mismo en el sillón que había en frente. Entonces comenzó a decirme una por una las cosas que iba a hacerme, tras lo cual siempre preguntaba “¿Entiendes niña?”.

- Te voy a follar muy duro. ¿Entiendes niña?
- Te voy a escupir y a babear y te voy a pegar, voy a castigarte. ¿Entiendes niña?
- Vas a dejar que Papi (así es como quería que le llamase) te mee encima. ¿Entiendes niña?
- Te voy a encular, porque quiero romperte, y luego vas a comerme la polla.

Fue entonces, tras esa última frase y antes de que dijese el consiguiente y martilleante “¿Entiendes niña?”, que yo comencé a entrar en un estado de pánico y las lágrimas comenzaron a rodar por mis mejillas. “¿Qué te pasa niña, ven, ven aquí , que te ocurre, vamos niña siéntate aquí con Papi y cuéntamelo?”. Me levanté del sofá y me dirigí lentamente hacia él. Me senté en sus rodillas con la cara ligeramente oculta tras mis manos para que no viese las lágrimas. Sólo le dije que temía el sexo anal cuando en realidad era él quien me daba miedo y su forma de hablar y sus ojos desorbitados. Me contestó que el tendría mucho cuidado en no hacerme daño pero que efectivamente me iba a encular.

En este punto se me plantea una duda y es, si seguir con mi relato tal y como yo lo tengo en mi mente o resumir sin entrar en detalle lo que pasó. No estoy segura de los relatos que se suelen ver aquí, por eso la continuación de esta historia la dejaré en manos de ustedes para que me digan si seguir contándolo tan real como hasta ahora o ser más omisiva.

[OldProg]

por mi parte te diré lo que le dijo Caperucita Feroz a Pinocho un día que el Lobo la había abandonado para irse con los amigotes a ver un partido de fútbol en el bar del bosque

'miente, miente y no pares'

ten todo el lujo de detalle que tu pudor te deje
y no permites que la realidad estropee una buena historia llegado el caso

[rosova]

Pues como sólo necesito una persona que me anime a seguir escribiendo terminaré mi relato para gusto de todos.

Gracias OldProg.

PD: En mi caso, algunas veces la realidad es más buena que la ficción y si miento es por no ser tan bruta. Me caes bien

[rosova]

MIs queridos amigos, no voya terminar este relato. No sé muy bien por qué pero mi intuición me dice que no tiene sentido terminarlo. Pasó todo lo que tenía que pasar, nada más y nada menos. No me apetece seguir escribiendo sobre eso porque no creo que pueda aportar nada.